08/11/2024

Pálido punto de luz, de Javier Otero Neira, en el Teatro Rosalía de Castro

 Teatro Rosalía de Castro, A Coruña


Amigos de la Ópera de A Coruña ofrecen en estreno el espectáculo Pálido punto de luz de Javier Otero Neira, en el Teatro Rosalía de Castro- día 12, a las 19´ 00 h., tras la charla del día anterior en la que el compositor nos pondrá al tanto de la obra, en la Sede de prensa de Afundación- 19´00 h- que se pondrá en escena y de la que serán protagonistas Adriana Laespada, soprano, María Llandera, artista audiovisual y que participó en proyectos innovadores, como Residencias Paraíso junto al Colectivo Nerval, ofrecido en la Cidade da Cultura y en el Salón Teatro de Santiago, asistidas al piano por el propio compositor. Adriana Laespada, formada en la Universidad del País Vasco en Bellas Artes, para seguir en la Ac. de Ópera del Teatro Accione Scuola, en canto lírico , antes de ampliar en los detalles actorales en el Actors East- Tom Radcliffe.e y Gary Condes (Londres) muestra una voz versátil.

Javier Otero Neira, es artista polifacético y que destaca por sus iniciativas como innovador experimental tras sus sólidos estudios en formación clásica, preocupándose por las posibilidades en las dimensiones de vanguardia. Mantiene un contrato como Artista Yamaha (2018) tras haber obtenido distintos galardones en concursos tanto nacionales como internacionales que le animaron a seguir una carrera independiente. Apostó profesionalmente por trabajos que dejaron fe de esas tendencias y los resultados llegaría por registros como Impromtus Galician Folk  Songs; Vibrations; Intuition vol I & II, Nocturnos, Cantigas dos arrieros y Reconstrution, Saraiba en colaboración con el productor Cheap Monk. En febrero de 2023, presentó el proyecto Xogo de espellos, con la Real Filharmonía de Galicia, año en el que también dio a conocer O poder das palabras con la poetisa Lúa Mosquetera, en las Xornadas de Música Contemporánea de Santiago.   O Poder das palabras, había sido un proyecto artístico que ponía en juego el complejo equilibrio entre la poesía y la propia música, dentro del ansiado enfrentamiento a partir de textos de Lúa Mosquetera, dirigidos precisamente a un público joven y conocedor de lo que resultaría el espectáculo seguido, con una temática de fundamentos feministas. Era la música la que acentuaba los perfiles de contraste, dentro de esa estética contemporánea a la búsqueda de la imprescindible confluencia ajena a los convencionalismos al uso.

Lúa Mosquetera, activista de la palabra armada y creadora de lo que presentaba como reguetón feminista, acostumbraba a ofrecer sus recitales enfocados dentro de un planteamiento agresivo y peligroso sin medias tintas, cara a un público que acaba entregándose por las características de sus espectáculos intensos. De su poemario, de su tejido en cadencia libre, anima a establecer la pretendida  conexión directa. En aquella actuación dentro de las Xornadas, el lugar de cita había sido el antiguo cementerio de Bonaval, un espacio adecuado para un evento claramente sorprendente.

Distinta será Pálido punto azul, que contará con la dirección escénica y dramatúrgica de Iria Acevedo y un complemento escénico confiado a Ruth Balbis, además de los aspectos de iluminación que quedarán en manos de Pablo Villanueva. La producción ejecutiva, será responsabilidad de José Díaz. Un espectáculo que según credenciales del mismo,  nace de la necesidad de confrontar diferentes expresiones artísticas para llegar al público. No es el final de un proceso, es una ventana abierta a otras formas de pensar, de imaginar, de hacer y de creer. Es una obra colectiva, resultado de un proceso artístico enriquecedor. El punto de partida es el equipo formado artistas complementarios de distintas disciplinas (Música escénica y artes plásticas), para crear Pálido punto de luz. Una ópera contemporánea que toma como punto de partida la famosa fotografía tomada por la sonda Voyager 1, en 1990, a una distancia de 6000 millones de kilómetros. Una petición de Carl Sagan y la última imagen antes de apagarse definitivamente las cámaras. Es un punto de partida para demostrar la insignificancia y fragilidad  de la Tierra como un pequeño punto azul, en la inmensidad del espacio.

Una representación del lugar que ocupa la humanidad en el Universo a través de varias dimensiones artísticas (música original, libreto original, acompañado por efectos visuales ad hoc. Fatma, interpretada por la soprano Adriana Laespada, nos cuenta y canta su propia odisea en la búsqueda de una identidad, en un tiempo cambiante, polarizado y manipulado en el que vivimos. La identidad que construye en relación a los otros y su entorno y lo que implica comprender, representar y ser consciente de quiénes somos y de cómo nos consideremos personal y socialmente. A su vez, esclava de la inmediatez, que está sujeta a las tarjetas personales que compartimos con los demás a través de las redes, donde muestran nuestra intimidad sin percibirlo como algo peligroso.

Fatma, al igual que la gente que la rodea, ofrece una imagen en oferta que cualquiera de forma inmediata y fácil. Las redes convierten a los usuarios en cámaras de eco que repiten la última palabra que escuchan o leen. Actuamos conforme queremos que nos vean, una vida espectáculo que enmascara una vida real. Una fina línea separa el SER, ESTAR y PARECER, en la vida cotidiana, la envuelve en un bucle donde la mentira crea una imagen ficticia que se presenta como un eco. Para la música, se eligen diversos instrumentos: voz, piano y electrónica, un personaje más en la escena. Piano y electrónica, tejen una red con la voz en busca de la emoción de un disfrute del público y sobre todo dejar un recuerdo interior de cada uno de ellos. Los ecos, las frecuencias y las resonancias son vitales para la propia existencia de la  música. La consonancia y la disonancia como reflejo de la inspiración y la inhalación y la exhalación.

El espectáculo canta y cuenta la odisea de Fatma, una mujer víctima de un contexto hostil que cruza fronteras dejando atrás un espacio marcado por la opresión. La búsqueda de un refugio entre la multitud, de su propia identidad, bajo un juicio ajeno, no deja de recordarle su condición de forastera. Pálido punto de luz, en cinco  tiempos: la obertura: SER, columna vertebral-Canto de Sirenas. El acto II: ESTAR. Estoy- un pedazo de atmósfera- Troyanos- Pestanas. Acto III PARECER- Parecer- Efecto Wow. Acto IV, CONFLICTO, Ser, Estar, Parecer y Acto V, FINAL, Heart Beat.

Ramón García Balado

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